IMAGEN DICHA

AGUAFUERTES SINFONDO

Por Ana Blayer

 

            “Dicho esto, sorbo un poco del pocillo del café. Me siento feliz. Levanto un poco la cabeza, y miro a la gente que pasa, y me parece que todos lo saben. Y me embarga un poderoso deseo de abrazarlos a todos, y decirles que estamos al fin en una tarea común. Un poco más y salvaremos el mundo”

            “De la mala vida  porteña”, Rodolfo Kusch

 

 Blancas y negras se baten a duelo. Aunque no siempre es ganar o perder. A veces el resultado puede ser “tablas”.  La mañana es bastante fría. Llegamos al barcito que suele cobijarnos. Vemos que todas las mesas están vacías, sorteamos cuál lugar elegir y coincidimos en aquella mesa a la que el sol comienza a caldear.

Nos acomodamos uno frente al otro. Los temas de conversación brotan con espontaneidad, incluso pese a la sospecha de acaloradas discusiones.

Se acerca el mozo con su habitual gentileza, nos saluda y -de memoria- confirma en voz alta el pedido de siempre. Mientras tanto, el frío invita a frotarnos las palmas de las manos, corcovear el cuerpo y rematar con un zapateo por debajo de la mesa.

Con hábil equilibrio, el mozo domina la bandeja plateada. Apoya sobre la mesa un cortado y una lágrima, -ambos en pocillos-. Nos augura que lo disfrutemos y después se retira con una sonrisa, mientras hace girar la bandeja en alto sobre sus dedos, a modo de trompo, hasta llegar detrás del mostrador.

 

Fotografía, Ana Blayer

Como digo, temas de conversación tenemos por demás, algunos generan tensión, semejante a una partida de ajedrez: hay silencios, tiempo para mover un trebejo con inteligencia, otra para tomar por sorpresa al contrincante y rematar con el deseo de dar jaque mate.

Endulzamos la lágrima y el cortado, revolvemos con la cucharita de acero inoxidable sin interrumpir la charla, mientras disolvemos el azúcar en los humeantes líquidos.  Un sorbo, habla él. Otro sorbo y hablo yo. Bebemos hasta el final. Los recipientes quedan enfrentados en diagonal. Congelo la vista en esta estampa. Las paredes circulares de los pocillos permanecen untadas por el amarronado café y la espesura de la leche. Sin tocar absolutamente nada.  Imagino a dos peones sobre el tablero de ajedrez, un jugador acaba de pedir: “Tablas”.

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Texto leído para “imagen dicha”, espacio destinado a la fotografía, por Alberto Suárez, en su programa radial, “El color del cristal”, Santa Rosa, La Pampa, FM, “Sonar”.

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