OPERA-CCIÓN FISIOLÓGICA EN INFINITOS ACTOS.

Por Yuls Dimitri Pinedo

 

ACTO -(MENOS)0,1: DRAMATURGIA PARA SACARSE LOS PECHOS

 

La ley 26.743 de identidad de género de Argentina, entre otras cosas, garantiza que las personas que así lo deseen accedan con total cobertura estatal en hospitales públicos -o, a quienes pueden pagarlas, por obras sociales y prepagas-, a operaciones quirúrgicas como la vaginoplastia (construcción quirúrgica de una vagina), la faloplastia (construcción quirúrgica de un pene), a mastectomías/ masculinización de tórax. Yo soy una de esas personas.

Para llegar al quirófano, tuve que (re)significar procesos en oposición a estructuras, vitrificar y romperme, poco a poco, con los piedrazos de perseverantes discursos

 “¿Y si te arrepentís?”. “Vas a perder sensibilidad”, “¿no disfrutas tus tetas?”, “Me parece aberrante”, ”No estoy de acuerdo con la mutilación”, “No necesitás hacer ninguna modificación en tu cuerpo para ser quién sos”, “Querer a tu cuerpo como es es un acto revolucionario” “Estás perpetuando estereotipos de género”, (bla), (bla), (bla).

 

 

Es decir, los dispositivos de poder en el tope de su capacidad pregnante sobre nuestros cuerpos. Ser trans hoy es probar diversas estrategias contra estos discursos que nos desconocen.
En este tipo de opiniones se pueden identificar todos los estigmas que hay alrededor de conservadores paradigmas de la culpa, el placer, la identidad, la relación con el cuerpo, el alma. Todos estos, así mismo, son medios de consumo, donde el biocapitalismo mueve sus hilos, a la vez que produce esas ideas móviles, órganos vivos, deseos y reacciones.
La distancia que tomo -ya que escapar no puedo- es la del orden simbólico de dichos dispositivos del régimen premoderno y casi soberano del Estado, de Dios, y dependientes de una ley, y hago uso de ellos para generar en mi cuerpo una nueva experiencia-experimento y relación con, sobre todo, la performatividad con la subjetividad, con el placer y con mi potentia gaudendi.(1)
Este cuerpo no se reduce a un cuerpo prediscursivo, ni tiene sus límites en la envoltura carnal que la piel bordea.

 

 

ACTO75: EL CUERPO ES UN TEXTO.

Estoy enterado que tengo el derecho de ser informado sobre mi afección de incongruencia de género y los métodos diagnósticos y terapéuticos que se me realizarán así como también se me ha sido informado que puedo NO DESEAR recibir esta información en cuyo caso el formulario queda en blanco …”[Documento de información y consentimiento para la cirugía]

 

Otra piedra que se lanza, mientras mi cuerpo-vidrio se rompe más y está pronto a estallar.

Como si estuviera a punto de enfrentar a una enfermedad, el diagnóstico médico aparece
la psique es cuestionada,
el cuerpo se recorta en contorno y figura, copia de original,
la incongruencia se basa en un efecto binario de causa y efecto: “por sacarte los pechos no deseas ser mujer, por lo tanto, te adecu-haremos varón.”. Así, el discurso médico deja al descubierto sus fundamentos arbitrarios, su carácter constructivista y, al mismo tiempo, abre a nuevas formas de resistencia de acción política*Preciado-testo yonqui-.

Entonces, al firmar el consentimiento, firmo la aceptación del texto que compondrá mi cuerpo en el quirófano y en los días venideros de seguimiento post-operatorio. Sin embargo, fuera del hospital, mi cuerpo es otro texto, aunque con marcas y cicatrices del discurso médico. Es así, porque quiero a mi deseo para poner en práctica la potentia gaudendi que me mueve y vectrifica hasta llevarme a un estado de estupor, estallar y dar lugar a otras cosas de manera artaudeana. De este modo, puedo leer a mi cuerpo como superposición de estratos de distintas escrituras del ser, entrelazadas y reescritas. En ese sentido, los cuerpos trans somos una yuxtaposición de ficciones somáticas. Pero, en cualquier cuerpo, existe una multiplicidad cambiante y simultánea, como la hegemonía y la producción performativa del género.

Hora de entrar al quirófano. ¡Hola doc! ¡Hola a mi nuevo tecno-género!*

*[…]ambos estatutos de género (cis y trans) son técnicamente producidos. Ambos dependen de métodos de reconocimiento visual, de producción performativa y de control morfológico comunes. La diferencia de cada uno depende de la resistencia a la norma, de la conciencia de los procesos técnicos (farmacopornográficos) de la producción de la masculinidad y de la feminidad y del reconocimiento social en el espacio público (…) Por el momento, la diferencia (política más que somática) entre personas cisgénero y personas transgénero parece abismal y dramática, pero se volverá obsoleta en siglos venideros (…) Sería por ello más correcto, en términos ontopolíticos, hablar de <<tecnogénero>> si queremos dar cuenta del conjunto de técnicas fotográficas, biotecnológicas, quirúrgicas, farmacológicas, cinematográficas o cibernéticas que constituyen performativamente la materialidad de los sexos.    (Paul.B.Preciado, 2008)

 

 

ACTO 4.48 ¿DÓNDE ESTÁ MI POTENTIA GAUDENDI?! (ENTRADA AL QUIRÓFANO)

Entro al quirófano como hijo de la generación de la tecnociencia en la era farmacopornográfica. Por momentos, estoy disociado, ¿mi deseo es ́ genuino ́? ¿Existe la genuidad? ¿Y si mi subjetividad está arraigada a los entramados tecnológicos y culturales de la época, estoy condenado a que suscriban estos discursos de poder de aquí hasta el fin de los días?

Ahora tendría que hablar de la descoporización de la realidad, de esa especie

de ruptura aplicada, que parece multiplicarse ella misma entre las cosas y el

sentimiento que producen en nuestro espíritu, el sitio que se toman. Esta

clasificación instantánea de las cosas en las células del espíritu, existe no tanto

como un orden lógico, sino como un orden sentimental, afectivo.
Que ya no se hace: las cosas no tienen ya olor, no tienen sexo. Pero su orden lógico a veces se rompe por su falta de aliento afectivo.
Las palabras se pudren en el llamado inconsciente del cerebro, todas las palabras, por no importa qué operación mental, y sobre todo aquellas que tocan los resortes más habituales, los más activos del espíritu.


*Fragmento de “Descripción de un estado físico”, Artaud

 

 

ACTO 0XXYY0: NO DISFORIA, EUFORIA.

Desperté eufórico. Ya había estallado, me había roto en mil pedazos, y algo nuevo venía. Nada terminaba. Mi proceso identitario no me llevó a operarme. Más bien, operarme sucedía al mismo tiempo que la experiencia identitaria. Mi cuerpo era la camilla, la anestesia, las enfermeras que repetían respuestas a mis preguntas, mi familia esperando, mi casa puesta en pausa, mi material biológico – le mando un saludo, donde quiera que esté, fuera de mi cuerpo y siendo cuerpo con todo el resto al mismo tiempo-.

 Así, este cuerpo es tanto biológico como colectivo y político, sobre él se hacen y se deshacen las articulaciones.  Por eso busca el placer en distintas dimensiones. Por un lado, con el alivio de las tensiones. Por otro, al mantener la tensión y al obtener en ella el placer que va más allá de los límites a través de la descarga, del movimiento.

Estaba tenso. Y, al mismo tiempo, descargado. Intenso.

 

ACTO DE ACABAR.

Salí del quirófano eufórico y en un letargoso orgasmo, habiendo reunido al mismo tiempo todas las fuerzas somáticas y psíquicas, y después de poner en juego todos los recursos bioquímicos y todas las estructuras del alma.

 

Salí eufórico dentro de un estado dado por la experiencia de la cirugía, que no iba a ser permanente, sino altamente maleable. Y, sobre todo, se me iba de las manos y de mi control la posibilidad de que ese estado pudiera ser poseído o conservado.
Mis vidrios están desparramados
en distinto lugar y momento,
o en otro sentido del mismo momento,
en cada acto de forma desfigurada,
mi cuerpo a expensas de nada,
pero consciente de sus propias fuerzas.
La intensidad plena no es asequible.
Lo que hay no es todo lo que es.
Cada pedazo mío es cuerpo que  trabaja en transformaciones y transmutaciones.
El cuerpo no conoce su fuerza orgásmica hasta que no la pone a trabajar

(1) “Nombro la noción de «fuerza orgásmica» o potentia gaudendi: se trata de la potencia (actual o virtual) de excitación (total) de un cuerpo. Esta potencia es una capacidad indeterminada, no tiene género, no es ni femenina ni masculina, ni humana ni animal, ni animada ni inanimada, no se dirige primariamente a lo femenino ni a lo masculino, no conoce la diferencia entre heterosexualidad y homosexualidad, no diferencia entre el objeto y el sujeto, no sabe tampoco la diferencia entre ser excitado, excitar o excitarse-con. No privilegia un órgano sobre otro: el pene no posee más fuerza orgásmica que la vagina, el ojo o el dedo de un pie. La fuerza orgásmica es la suma de la potencialidad de excitación inherente a cada molécula viva (…)” , Paul.B. Preciado.

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