IMAGEN DICHA: “CHICHES”

Por Ana Blayer.

Fotografiar es traer al presente algo que ya pasó, desocultar fragmentos de una historia.

En este caso, nombro a la obra “Chiches”.

Un día despejado, camino la orilla del río, mis pies húmedos van por la bajante. Algo me detiene, por un instante, detrás de mí, una huella de infancia me reclama: un par de colores primarios dan lugar a otros. Violetas y fucsias materializados en baldecitos, moldes pequeños, colador y pala, todo desparramado sobre la arena húmeda. A la izquierda, hay un hoyo cuya profundidad me aproxima a imaginar la edad de los niños que pudieron jugar allí.

El zenit da paso a una leve sombra que acaricia a los chiches tendidos sobre la arena. En la ausencia de los protagonistas, capturo con mi cámara esta imagen quieta y sencilla.

Por un lapso de tiempo me dejo llevar en un imaginativo extrañamiento. Pienso en la tarea de un arqueólogo que observa detenidamente el lugar y se dispone a echar manos al asunto. Al principio, arrodillado y con solemne lentitud, acaricia la arena. Le sigue el ferviente deseo de hurgar más y más. Así, escarba sin pausa esa materia cada vez más húmeda, tal como las patas delanteras de un perro harían un pozo a toda velocidad, trabaja como quien pretende hallar un viejo utensilio olvidado.

Para quien alguna vez ha estado en la playa, los chiches no tienen edad. Niños y adultos construyen a la par, corren a buscar agua con el baldecito para levantar pirámides, fuertes y torres, hasta que el desvío de un pelotazo o la proximidad de una ola arrasan la construcción junto a los moldecitos de colores.

Pero vamos de nuevo.

 

 

Fotografía: Ana Blayer
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