Por Diuela Gaspard Lomberg (14 años)
EN LOS ORÍGENES
Hola, buenas tardes, a todos, todas y todes. Yo soy Dieula Gaspard Lomberg. Muchísimas gracias por invitarme y por darme la oportunidad de estar acá con todos ustedes. Recientemente tuve la oportunidad de hablar también en mi colegio, por motivo del día internacional de los afrodescendientes.
Para entrar en contexto, les voy a hablar de cómo fue mi vida desde que vine a Argentina siendo haitiana y sintiéndome tan distinta a los demás habitantes de este país.
Yo vine a Argentina en 2010. Provengo de una isla que se llama Haití, en el Caribe, cerca de República Dominicana, de Honduras, de Cuba y de Estados Unidos entre otros.
Llegué con 1 año 3 meses, después de ocurrido el terremoto en enero de 2010. En eses entonces, muchos niños/niñes/niñas vinieron a vivir en diferentes puntos del país. Yo tengo dos primos hermanos, Facundo y Melissa (de la que, hace dos años, me enteré que es mi prima).
Cuando llegué, me recibió la que actualmente es mi familia en el aeropuerto de Ezeiza.
Yo entré al jardín con 3 años, iba al Instituto vocacional de Artes, el IVA.
En ese jardín recibí mucho amor por parte de mis profesores y compañeros, pero también me lastimaron y marcaron por mucho tiempo. En particular, había dos nenes que me agredían física y psicológicamente, me hacían la vida imposible. Uno, en especial -que no vamos a decir su nombre- llegaba a extremos drásticos. Me ha pegado, tirado del pelo. Ha llegado a tocarme, todo lo que se puedan imaginar. Podría mostrarles, incluso, una cicatriz actual en mi mano derecha: la huella de qué me hizo ese nene. Más allá de que yo terminé por apoyar la mano en la estufa para no caerme, él fue quien me empujó.
Otra situación muy fea con este compañero se relaciona con que yo me había operado el ombligo porque tenía una hernia. Cuando fui a la primaria, después de un tiempo de recuperarme, aún mi ombligo estaba cicatrizando. El nene de quien les cuento me pegó una patada en la panza. Obviamente, sabía me habían operado una semana antes. Esos compañeros que me hostigaban estuvieron conmigo hasta tercer grado de primaria. Fueron días en las que yo no quería ir a la escuela
Mi mamá ha ido entre llantos a la primaria a pedir que frenasen la situación. Bueno, finalmente y por suerte, ese nene se mudó a Mar del Plata y el resto de los años de primaria los pude pasar mejor
Por otro lado, desde que entré a la escuela, me hice amiga de chicos de los últimos grados, que siempre me defendían.
EMPIEZA A CLAREAR
En el verano iba a una colonia donde había una nena que era mi amiga. Una vez ella se detuvo en las líneas de mis manos que, a las personas de piel más oscura,
se nos notan más. Entonces, ella hizo un gesto de asco. Por un lado, entiendo que era tan solo una niña, pero por otro creo que se debería enseñar a los niños, desde temprana edad, que lo diferente no es asqueroso ni feo.
Además, una situación frecuente para mí es la de envidiar a las demás chicas, y querer también tener el pelo lacio/ondulado, la piel clara y los ojos azules. Eso nació, sobre todo, de comentarios que me solían decir y de apodos que me suelen poner. Por ejemplo, lija, porque mi piel es muy seca.
Y me detengo en esto para llegar a otro punto: algo que no me gusta de mi piel es que se me hace imposible encontrar cosméticos de mi tono. Tampoco me gusta mi pelo.
Por algo uso trenzas y no lo uso suelto.
También me pasa mucho que me da vergüenza hablar con los chicos que me gustan por miedo que me rechacen por mi piel.
Me cuesta aceptarme.
La verdad, es muy doloroso saber que soy de un país demasiado pobre, que casi nadie conoce. Me he llegado a avergonzar de él y a negar que soy de ahí.
A la hora de inscribirme para ingresar al colegio, donde preguntaban en qué país había nacido, no figura Haití: tuvieron que poner que nací en Argentina.
Por momentos no me gusta ser afrodescendiente, desde chiquita me miraban en la calle, me tocaban el pelo y me querían sacar fotos. Eso me hacía sentir un bicho raro. Pero, por otro lado, veo a muchas mujeres afrodescendientes y pienso que son las mujeres más bellas que vi. Igual, más allá de todo lo que me pasa, me estoy empezando a querer más que antes y a aceptar que soy así.