LA HEREJÍA DE JUAN JOSÉ REAL

 

La herejía de Juan José Real: un comunista argentino que se propuso entender al peronismo.

 

Por Maximiliano Molocznik

 

Juan José Real, (1911-1974) fue un obrero ferroviario, linotipista, intelectual y dirigente comunista. Militante desde muy joven de la Federación Juvenil Comunista, se transformará en uno de los cuadros dirigentes más importantes del Partido Comunista Argentino.

Vivió desde muy joven acostumbrado a las duras faenas por la precaria situación económica de su familia. Fue un verdadero autodidacta que logró, a base de tesón, una completa formación cultural y una clara conciencia de lucha socialista.

Hizo sus primeras armas en la militancia luego del golpe de estado que el 6 de setiembre de 1930 derrocó al presidente Hipólito Yrigoyen. Los gobiernos fraudulentos de la Década Infame lo persiguieron sin cuartel y lo encarcelaron entre 1933 y 1934.

Plenamente comprometido con los ideales internacionalistas y proletarios se enroló, en abril de 1937, como voluntario para luchar contra el fascismo en las Brigadas Internacionales, en la Guerra Civil Española;

compartirá esa experiencia de lucha y de vida con la que será luego su primera esposa, Raquel Levenson.

Su influencia y su prestigio van aumentando en el seno del PC logrando que, en 1941, se lo designe secretario de organización, con el apoyo de la conducción encabezada por Victorio Codovilla.

Su férrea oposición tanto al gobierno de Castillo como al nuevo gobierno surgido de la Revolución del 4 de junio de 1943, le valen la detención y el exilio. Primero, en febrero de 1943, es confinado en la provincia de Corrientes y, en octubre del mismo año, en Neuquén, donde estará detenido dos años. En 1945 marcha al exilio en Chile.

Sin comprender aún la importancia histórica del peronismo ni su carácter progresivo, Real se encontrará, durante los sucesos claves del 17 de octubre de 1945, en una postura claramente antinacional y antiperonista.

Es uno de los portavoces de la línea política del PC que en ese momento se resumía en dos conceptos: traspaso del poder a la Corte Suprema de Justicia y batir al “naziperonismo”.

Hacia 1952 la situación política del gobierno de Perón se había complicado. Junto con el reacomodamiento de la economía mundial después de la guerra, dos sequías importantes y la presión del imperialismo norteamericano, Perón decide desarrollar una táctica dirigida a ampliar su base de sustentación política.

Para ello busca un acercamiento tanto al Partido Comunista como al Partido Socialista. Real responde entusiasmado a esta convocatoria que, según cree, expresaba el estado de ánimo de muchos dirigentes que querían restablecer las relaciones con los obreros peronistas y hasta con sus dirigentes.

Mucho se ha escrito sobre los motivos que llevaron a Real a desarrollar esta política. Según Bustelo:

Juan José Real, que había quedado al frente de la dirección, aprovechó para cambiar la táctica sostenida pues creía que debía producirse un acercamiento al peronismo y que la crítica que se hacía del gobierno de Perón era acerba y poco flexible. La influencia de Real sobre los dirigentes de la Capital y del Interior era sólo comparable a la de Codovilla”.

Si bien no existen documentos que lo especifiquen con claridad, el “episodio Real”, que quedó en la historia partidaria como un ejemplo de “desviación nacionalista burguesa”, sería, para Isidoro Gilbert, quien lo explica en su libro “El oro de Moscú”, parte de una decisión política de los soviéticos ya que

“(…) Codovilla se franqueó ante Juan José Real, que era su preferido y el secretario de organización. El prestigio de Real se había acrecentado en España, donde estuvo durante la guerra civil. Codovilla, que estuvo también, pero en posiciones de influencia, supo de su labor. Cuando retornó a la Argentina, el viejo líder aconsejó elevar al joven a la dirección partidaria. ¿De que hablaban los dos dirigentes? De las dificultades que tenía el PCA para volver a ganar influencia entre los trabajadores. Real lo conversó en Moscú con Sivolobov, quién por entonces atendía en el PCUS, con una gran dosis de poder, los asuntos de los Partidos Comunistas de Latinoamérica. Real, como secretario de organización, era quien viajaba con alguna frecuencia para arreglar los asuntos partidarios. No lo hacía Codovilla, quién había estado en la U.R.S.S por última vez en 1938; retornaría recién en octubre de 1952. (…) No hay constancias precisas, solo indicios, sobre que instrucciones le dejó Codovilla a Real cuando ese año viajó a Moscú. ¿Le dio un guiño para que se abriera un debate interno, como lo pedían ya algunos dirigentes? ¿O solo le pidió que hiciera un discreto muestreo sobre el pensamiento del partido? Las dos posibilidades han sido tomadas como ciertas por testigos de la época. Real no se habría atrevido a dar ese paso sino hubiese estado seguro de que contaría o con el total apoyo de Codovilla o con sus amigos de Moscú. Lo cierto es que a su retorno de Roma- en camino a BsAs desde Moscú-, alarmado por Palmiro Togliatti, llegó con la intención de frenar la discusión y cerrar filas para defender a una organización que comenzaba a ser amenazada por la disgregación”.

Según la opinión del historiador soviético Kiva Maidanik “lo de Real fue cosa nuestra”. El escritor argentino Raúl Larra, en cambio, sostiene que “el triunfo de Perón en 1946, engendró dudas y nuevas tendencias en el PC. Real, que ya se perfilaba como el delfín de Codovilla, alentó a intelectuales a como Julio Notta, Cora Ratto y Manuel Sadosky a definir una nueva mirada sobre el peronismo”.

Más allá de las contradictorias opiniones sobre los motivos de Real, lo cierto es que este replanteo crítico de las posturas dogmáticas del Partido le valió acusaciones de “deslealtad” y “desviaciones nacionalistas”.

Será expulsado por unanimidad el 7 de febrero de 1953. Nuevamente había triunfado el dogma. Curiosamente mientras Real es expulsado el mariscal José Stalin se reúne con el embajador argentino en Moscú, Leopoldo Bravo, demostrándose así el interés del gobierno de la U.R.S.S por relacionarse con el gobierno de Perón.

Con su expulsión el PC se colocaba a contramano de la tendencia predominante en las relaciones argentino-soviéticas de la época.

Lo más importante será, entonces, recuperar la lucidez del análisis de Real que logra poner en crisis la caracterización histórica de “fascista” que era moneda común en el comunismo argentino a la hora de definir al peronismo.

Él dice que:

“si nuestro Comité Central hubiese analizado a fondo la situación y se hubiera trazado una política tendiente a ir hacia las masas, el 17 de octubre hubiéramos estado a su lado en las calles. Debimos estar con ellas, era nuestra clase que se levantaba contra la oligarquía, contra los ricos (…) ¿Qué marchaban detrás del retrato de Perón? Es cierto. Pero en 1905 marchaban detrás de los íconos y los retratos del zar. Y eran las masas que, asimismo, bajo la dirección del partido bolchevique, tomaron las armas contra el zar (…) Una reivindicación abierta del 17 de octubre por el Partido va a armarlo ante la posibilidad de hechos que puedan reproducirse”.

Así concluyó esta breve experiencia antidogmática en la cual el PC intentó comprender a los obreros peronistas y luchar junto a ellos.

Años después Real diría con amargura que “el Partido, por su parte, liquidado el brote “nacionalista-burgués”, vuelve a su antigua posición, de la que no fueron suficientes para sacarlo ni la “revolución libertadora”, ni los fusilamientos de junio de 1956, ni la convención trampa de 1957, ni el 23 de febrero de 1958, ni aún el viraje hacia la izquierda del peronismo de 1962. Porque- para el PC- este peronismo, mientras no se diga públicamente otra cosa, seguirá siendo naziperonismo”.

Real luego se integrará, al igual que otros expulsados, a la UCRI en 1957 apoyando el proyecto desarrollista y cumpliendo una importante labor como periodista y polemista desde las páginas de la revista Que hacer por la Nación y el Socialismo, a partir de 1964.

Su libro más importante, publicado en 1962, se llama Treinta años de Historia Argentina. Acción política y experiencia histórica. En él vuelca sus críticas al dogmatismo imperante en el PC revalorizando la progresividad histórica tanto del yrigoyenismo como del peronismo.

Fallece en Buenos Aires el 15 de noviembre de 1974.

 

 

Fuentes:

Bustelo, Ángel: Vida de un combatiente de izquierda, BsAs, CEAL, 1992.

Galasso, Norberto: Aportes críticos a la historia de la izquierda argentina, BsAs, Nuevos Tiempos, 2007.

Gilbert, Isidoro: El oro de Moscú, BsAs, Sudamericana, 2007.

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