MÁS ALLÁ DEL HORIZONTE

 

Por Pablo Soprano

Esa decisión que no llega

Una decisión. Expectantes de la bendita decisión que no llega. Y probablemente jamás llegue. La incertidumbre provoca inquietud: la de no saber qué determinación tomará. Esperamos, exigimos. Porque supimos, y porque sabemos de lo que es capaz. La macana es que  la coyuntura es otra. Dolorosa, minúscula. Hace más larga la espera aunque los tiempos apremien y a la vez nos queda el regusto amargo del renunciamiento. Sin embargo, la Plaza de Mayo desbordó de pueblo el pasado 25. Un pueblo que espera y desespera, que aguanta, que le pide por favor tomar las riendas de un país que la tiene como protagonista y marginada al mismo tiempo. Por propios y extraños. Ella conoce bien el paño y entiende que la defraudación y el desencanto no están en su vocabulario. Muchísimo menos si una buena parte del país espera y se ilusiona.

Entre Rayos y Centellas

El cielo se caía a pedazos entre rayos y centellas. Cristina oteó el horizonte, no solo en procura de los relámpagos a lo lejos y sobre las infinitas cabezas, banderas y pancartas que tapizaban la Plaza, la avenida de Mayo y las diagonales, sino para explicar sus propios horizontes, sus límites. Hasta dónde llegar. Si analizamos su discurso veremos que ella persiste en recordarnos las glorias pasadas que la tuvieron como protagonista decisoria en la vida de las argentinas y de los argentinos. Que claramente fueron mejores comparados a los destructores, penosos y miserables cuatro años macristas, no obstante, y lamentablemente, superaron por escándalo al actual gobierno autoproclamado “nacional y popular“. Más allá de las chicanas –tiene con qué chicanear. Son pocos los políticos en nuestro país con la espalda suficiente y los antecedentes sobre la mesa que pueden permitirse la chicana desde la verdad y no desde el rumor o la falacia- y del aguijoneo a los sectores del poder hegemónico, la vicepresidenta profundizó aquello que dio a entender en la entrevista con el conductor Pablo Duggan en un programa de televisión de la señal de cable C5N, no sin cierta metáfora, de por qué renuncia a su candidatura. Del estudio de TV a la Plaza, no cambió su postura, y si son esas las condiciones que sugiere es válido pensar en una justificada dimisión.

La cosa es así

Hagámosla corta, Cristina se baja, tal cual lo ha dado a entender, no porque la proscriban desde el llamado “Círculo Rojo” o desde la pata podrida de la Justicia. Más bien es porque quienes mandan -los sectores más influyentes del corporativismo hegemónico empresarial, financiero y judicial, gracias a las irresoluciones, las vacilaciones y a la cesión de la fuerza y de la firmeza que no supo, o no quiso ejercer el Estado desde el 10 de diciembre de 2019-, coaccionan y coaccionarán a quien gane las elecciones –de un lado y de otro del espectro político- para cogobernar, condicionarlo, operarlo o, llegado el caso, golpearlo. Eso sí, con la fantochada del “respeto por las instituciones de la república y la democracia”. CFK nos dice que quien gobierne tiene que transar, que debe mantenerse el statu quo a como dé lugar, aun a costa del hambre y de la miseria de la gente. En especial los más humildes. “Y yo no los puedo cagar”, parece sugerir la verdadera Conductora del Campo Nacional y Popular. “Si asumo en estas condiciones, con las que imponen Magnetto, los Saguier, Rocca, Pagani, la Corte, Comodoro Py, Macri, el FMI y tantos otros, quienes subvirtieron el orden de cosas, quienes criminalizaron a la política y a las obras de un verdadero gobierno nacional y popular, los tengo que perjudicar. Y yo no vine a la política para eso. Nunca les haría una cosa así” aviene Cristina. Ésta es la verdadera “comprensión de texto”. No la de, ante su negativa, esperar, suplicar o exigir que sea candidata. He aquí el motivo del trasvasamiento a “los hijos de la generación diezmada.” Por eso surge la figura de Wado de Pedro y de tantas compañeras y compañeros jóvenes que aparecen como alternativa a la pelea con los grupos hegemónicos, el FMI y la embajada yanqui.

El bastón de Mariscal

Sinceramente apena el contexto, la coyuntura en la que se pretende hacer política. Mas no tanto el “renunciamiento”. Reformas y más reformas son las que hacen falta ante un enemigo que tiene la sartén por el mango y al que es muy difícil ponerle el cascabel ¿Podrán los hijos de la generación diezmada, los jóvenes militantes y los militantes en general revolucionar lo político, lo socioeconómico y lo cultural como lo hizo Néstor y que ahondó Cristina? ¿Hay a la vista nuevos líderes, o como el otro día en la Plaza solo relámpagos, truenos y negras nubes? Nadie puede reclamarle absolutamente nada a Ella. Lo dio todo, y más. Tiene todo el derecho a correrse, a denunciar lo que ocurre y a conducir a las nuevas generaciones con el empírico peso de lo realizado. Cuando llama a “tomar el bastón de mariscal” –palabras de Perón retomadas por Cristina- nos interpela a que en la movilización popular está un poco la solución del problema. A dejar de depositar todo en las expectativas, en las decisiones, en la esperanza y ser nosotros, junto a los dirigentes que estén a la altura, quienes conformemos la verdadera realidad efectiva. Al fin y al cabo, e independientemente de si uno es peronista o no, siempre hubo más peronismo en las bases, entre la gente de a pie que en la dirigencia.

Con seguridad es lo que Cristina espera de todes.

 

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